David Rodríguez Suárez Vicepresidente del Instituto AMAGI |
No ha
de sorprender que se haya optado por el
empleo del término ‘hombre’ dado que se podría considerar que el concepto
engloba al individuo humano como tal. Por tal motivo la alusión a este
término no se debe percibir desde una concepción de género. Se ha de percibir al hombre como el forjador
del mundo, el líder del planeta, el conquistador, el vencedor de la selección
natural y en general como el reflejo de cada humano que podría estar ante este
texto. Pero el hombre es así mismo el concepto más satanizado por sus
homólogos, hay un movimiento para destruir al concepto del hombre civilizado y
para subyugarlo ante visiones inéditas de tergiversaciones filosóficas que
parten de la premisa de que el hombre es malo. Se ha de ver si el presente
texto lograr enfrentar a ese movimiento.
El
hombre en sí no es un ente caracterizado ni por la maldad ni por la bondad como
tal; el hombre simplemente es y su existencia no se puede reducir a un simple juicio
humano por la ironía de dicho acto. El concepto de hombre es en sí una
generalización de una perspectiva subjetiva de otro hombre. El hombre es violento
y pacífico, creyente y escéptico, ambicioso y temeroso; el hombre es todo y es nada.
Porque el hombre soy yo y sos vos.
El
hombre se enaltece y se sataniza con una concurrencia curiosa, se ama y se odia,
se admira y se deplora, se abraza y se rechaza; se es y no se es.
Lo
cierto es que el hombre y el mundo coexisten, ni el hombre ha conquistado a la
naturaleza ni la naturaleza al hombre. Y no se ha de aceptar al menos en este
texto que ese equilibrio haya sido quebrantado. El mundo cambia y con él cambia
el hombre; el mundo se ha de reducir a la percepción del hombre puesto que sin
hombres el mundo no sería nada: puesto que el mundo le importa a la humanidad
siempre y cuando la humanidad persista con él. La verdad absoluta y objetiva
aún si se busca sin cesar es inalcanzable y utópica puesto que la naturaleza
del hombre es la subjetividad y lo absoluto lo reducimos a lo lógico puesto que
nada más que eso puede ser absoluto para el hombre.
Lo
curioso es que el hombre se ama y se odia. Se denigra y se vanagloria. Pero el
hombre merece reivindicación; es la especie que logró establecer su presencia
en la hidrósfera, en la atmósfera y que conquistó la litósfera. Es la especie
cuyas reglas de la física cambian por su ingenio, es la única especie
introspectiva, la única especie que nunca abrazará en su totalidad el
conformismo. Porque donde un hombre duerme el otro despierta, donde un hombre
muere el otro nace y donde un hombre se conforma el otro innova.
El
hombre es el único que mediante el libre intercambio ha logrado establecer una
dinámica de mutuo beneficio; es la única especie con razón, deseos, ambiciones
y metas.
El
hombre podrá ser satanizado por aquellos que se autoproclaman los grandes
conocedores… pero todos sabemos que donde hayan hombres… hay uno que no se
subyugará al conformismo, a la simplificación de su imagen, a la denigración de
su especie y al sometimiento de su naturaleza. Donde hayan hombres puede haber
un soñador, un ambicioso, un innovador, un competidor, un domador, un luchador,
un visionario y por si fuese poco: un verdadero hombre.
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