Por German Felipe Vega Colaborador Instituto AMAGI |
La semana pasada el Banco Central
(BCCR) publicó su revisión periódica del programa macroeconómico para el
presente bienio. Sin sorpresa para muchos, el BCCR eliminó la restricción al
crédito impuesta a principios de año, confiando en la aprobación expedita de
las reformas regulatorias para los mercados financieros. Detrás de todo esto se
encuentra un fuerte interés del BCCR en “desdolarizar” el sistema financiero,
el cual parece estar generando una voz de alarma exacerbada.
Para el BCCR, la principal
preocupación es la dolarización parcial del sistema financiero ya que 49% de los créditos se encuentran
dolarizados. Esto implica que aquellos con ingresos en colones y créditos en
dólares (llamados no generadores) asumen cierto riesgo cambiario: si el tipo de
cambio aumenta, el dólar se hace más caro por lo cual deberán utilizar más
colones para pagar las cuotas dolarizadas sobre sus préstamos. Ante ello el
BCCR ha advertido sobre los riesgos que asumen las familias y empresas al
adquirir una deuda en dólares, pero esta alarma parece estarse
sobredimensionando, generando un incentivo hacia colonizar los préstamos
actuales.
Si
bien es cierto que endeudarse en dólares implica tener que hacerle frente a las
variaciones en el tipo de cambio, estas deben ser muy elevadas tal que el
crédito en dólares se rechace por completo. Tomemos un ejemplo. Supongamos una
familia que necesita 30 millones de colones para financiar la compra de su
vivienda y puede escoger entre endeudarse en colones (a una tasa promedio
actual de 10.4%) o endeudarse en dólares (con una tasa promedio actual de
8.5%), ambos a 30 años plazo mediante un crédito hipotecario. Bajo las
condiciones actuales, el crédito en colones paga una cuota mensual de 364,000
mientras que el crédito en dólares paga una cuota de 307 mil colones. Es este
diferencial de tasas que permite que la familia ahorre 57 mil colones mensuales
al endeudarse en dólares. Adicionalmente, bajo condiciones actuales, la única
manera mediante la cual la cuota en dólares resulte más cara que la cuota en
colones es con una devaluación del 18.4%, lo cual representa hoy día un monto
cercano a los 92 colones por dólar, llevando el tipo de cambio a 592, un monto
mayor al dato histórico más elevado para el tipo de cambio en la historia
cambiaria de Costa Rica.
Por otra parte, endeudarse en colones también
implica hacerle frente a las variaciones en las tasas de interés locales, que
han demostrado ser muy volátiles e inestables en el último año. Hace escasos
meses, a mediados de octubre de 2012, la tasa básica pasiva (TBP) alcanzó un
máximo de 11.00%. Desde entonces, la TBP ha disminuido a 6.60%, pero esta cifra
se encuentra condicionada al cumplimiento de situaciones poco creíbles en el
contexto actual: mientras el déficit fiscal continúe en ascenso causando una
mayor demanda por crédito por parte del Estado, no hay razón por la cual las
tasas locales se mantengan en un vecindario relativamente bajo. Esto significa,
en nuestro ejemplo, que, de dispararse la tasa a niveles como los
experimentados a finales de 2012, la cuota del préstamo aumentaría en unos 105
mil colones, alcanzado una cifra de aproximadamente 470 mil colones.
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