Mariela Palma Cambronero Directora Ejecutiva Instituto AMAGI |
“Puesto que no existe tal entidad conocida como 'el público', ya que el
público es meramente una cantidad de individuos, la idea de que 'el interés
público' va por encima de los intereses y derechos privados solo tiene un significado:
que los intereses y derechos de algunos individuos tienen prioridad sobre los
intereses y derechos de los demás."
El
vicio solo puede ser creado en el
pensamiento del ser humano, quien puede ser vulnerable ante la corrupción.
Podemos percibir actos de este tipo en tanto haya una malversación
de fondos, de recursos, influencias; utilizando funciones o investiduras que se
lo permitan y sin consentimiento de los intereses a los que representa o para
los que trabaja.
Por tanto en cuanto más poder que permita intervenir para influenciar la ejecución de algún acto, más se es propenso a la corrupción; esto porque nadie por determinación es ajeno a esto. La corrupción no es característica de un régimen u otro, ni de derecha, ni de izquierda y es posible en cuanto alguien tiene atribuciones; por lo cual cuando el gobierno es grande, las personas se vuelven más pequeñas en su libre albedrío.
Por tanto en cuanto más poder que permita intervenir para influenciar la ejecución de algún acto, más se es propenso a la corrupción; esto porque nadie por determinación es ajeno a esto. La corrupción no es característica de un régimen u otro, ni de derecha, ni de izquierda y es posible en cuanto alguien tiene atribuciones; por lo cual cuando el gobierno es grande, las personas se vuelven más pequeñas en su libre albedrío.
En las instituciones públicas, la corrupción yace por la utilización de potestades para tomar decisiones sobre otros ciudadanos, en beneficio de intereses particulares, ya sea económico o de otra índole.
Se debe tener cautela con la
moral que impide emitir juicios sensatos y que en contraposición, es común ver
la emisión de juicios morales. Entonces es claro que no podemos juzgar si no es
utilizando un criterio de racionalidad y es muy evidente que cuando se actúa no
por entendimiento si no por creencia, esta es una opinión desacreditada que culmina en la corrupción e imposibilita una actuación comprensible.
Si un Gobierno basa la toma de
sus decisiones en la costumbre o en doctrinas tradicionalmente aceptadas por el
inconsciente colectivo, su argumento será ininteligible y su gestión equivocada
y arbitraria; su tarea debe ser con argumentos técnicos y acorde a las
necesidades del país, rechazando el uso de sus investiduras para otorgar
privilegios a grupos; es por esto que la libertad es lo más incompatible con la
corrupción, porque no ofrece controles a unos sobre los otros.
Cuando un fundamento no se
puede comprobar, carece de sustento, definición o es ambiguo, no debe ser
considerado como válido, si se niega la evidencia de lo que es correcto.
Cuando se autoriza al Estado
para suministrar o subvencionar actividades privadas que los funcionarios
públicos pueden vivir a costa de extorsiones, otorgando privilegios a ciertos
grupos con los “recursos públicos” y transfiriendo
los costos a sus ciudadanos.
El poder del Estado para someter a unos ciudadanos a
las exigencias de otros, y determinar la cantidad de libertad económica y
social de unos grupos sobre otros, es en sí un acto de corrupción. El
origen de la corrupción reside simplemente en el tamaño del Estado, cuánto más
grande sea y más autoridad tenga para prohibir o imponer como obligatorio
privilegios hacia unos ciudadanos sobre
otros y haya imparcialidad al aplicar sus facultades; lo que es claro es que el
poder que tienen de limitar las libertades.
La pérdida de confianza en
el sistema muchas veces lleva incluso al ciudadano a buscar una solución
errónea, ya que aunque es paradójico, el ciudadano que está descontento con la
corrupción del Estado muchas veces pide hacerlo más grande y darle más poder;
para muchos nos es incomprensible esta situación, pero la realidad es que es lo
que generalmente sucede en el inconsciente colectivo.
Se debe entender que la
corrupción se da en el amparo de la misma administración y por la facultad de poder que el mismo
sistema concede a sus funcionarios, desencadenando generalmente improductividad
y una pérdida de credibilidad en el sistema.
El erario público, sobre
cualquier otra propiedad es la más propensa a ser víctima de corrupción y en
muchos casos son actitudes ya impuestas y aceptadas por la mayoría de sus funcionarios.
Como decía Ayn Rand: “Cuando
advierta que para producir necesita obtener autorización de quienes no producen
nada, cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes
sino favores, cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno y por
influencias más que por el trabajo y que las leyes no lo protegen contra ellos
sino por el contrario son ellos los que están protegidos contra usted, cuando
repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en un auto
sacrificio, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse que la sociedad está
condenada.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario