Por Abraham Salazar Miembro de Instituto AMAGI |
El canciller costarricense
Enrique Castillo recientemente declaró que se preparan para cualquier
eventualidad, incluso el que Nicaragua no cumpliera con lo que disponga la
sentencia de la CIJ, situación que es posible, especialmente si nos basamos en los
incumplimientos por parte del gobierno de Nicaragua respecto a las medidas
cautelares que se les han impuesto, ya que ha mantenido personal civil y
militar en Isla Calero y más recientemente ocasionó mayores daños al manglar
protegido por el Convenio Ramsar con la construcción de dos canales
artificiales en Isla Calero.
El preparativo para cualquier eventualidad incluye
el envío de oficiales de Fuerza Pública, ya que nuestro país no cuenta con
fuerzas militares permanentes debido a lo dispuesto en el artículo 12 de la
Constitución Política de la República de Costa Rica. Estos policías tomarían
control de Isla Calero y zonas aledañas con el fin de mantener al margen a los
militares nicaragüenses. Este despliegue policial por fuerza deberá tomar
tintes militares, ya sea por la reaparición de la extinta Policía de Fronteras
o un nuevo ente policial.
Algunos se preguntarán porque tomará por fuerza un
tinte militar. Esto es debido a que es muy diferente la función civilista
actual de la Fuerza Pública al de un ente militar como lo es un ejército y la
situación en Isla Calero demanda el uso de un ente castrense, no para escalar
el conflicto pero si para todos los aspectos logísticos y defensivos de la
situación. Nuestros policías actualmente no están preparados para dicha labor y
tampoco cuentan con el equipo para ello.
El despliegue inicial en 2010, cuando recién empezaba
el conflicto, nos mostró imágenes de algunos policías de Costa Rica con
uniformes camuflados y armas automáticas de diversos tipos, incluidas armas de
soporte como ametralladoras ligeras, pero también se vieron las carencias (falta
de equipamento como camuflaje), no había uso de armas estandarizado, no
tenían magazines extras, no contaban
con muchos equipos necesarios.
Este tipo de despliegue, ante la eventualidad de
enviar policías, obliga al país a invertir en entrenamiento y equipo muy
diferente al que ha estado habituado la Fuerza Pública, incluso en sus
divisiones especiales. Esto conllevaría a que se pierda esa connotación
civilista que ha tenido hasta la fecha las fuerzas policiales nacionales.
Un cambio en el modo de operar y de entrenamiento en
las fuerzas policiales nos llevaría a una nueva problemática: una policía más
militarizada pero tratando asuntos civiles. Ya hemos visto los resultados de
una policía militarizada en otros países, de forma reciente en Estados Unidos
luego de los atentados de la Maratón de Boston, todo el mundo pudo observar una
policía recorriendo calle por calle con equipamientos prácticamente
indistinguibles a los de un ejército.
El cambio no solo genera problemas en el ámbito civil
si no que también en el ámbito militar y en el ámbito jurídico, ya que se
supone que no poseemos fuerzas militares permanentes, pero el equipar a la
fuerza pública con equipo militar podría crear una ambigüedad, en ese sentido a
nivel constitucional a lo interno y a lo externo daría a entender que poseemos
capacidades militares, lo cual enviaría una señal al resto de los países que
estamos ingresando a la carrera armamentista latinoamericana.
Como resultado
tendríamos una Fuerza Pública con una función mixta civil y militar, que no
podría llevar a cabo ninguna de las dos labores, ya que su entrenamiento
militar impondría problemas para el manejo de asuntos civiles y su ámbito civil
no le permitiría operar con la eficacia y eficiencia esperada de un ejército en
caso de un conflicto internacional, por lo que básicamente seguiríamos
indefensos e incurriendo en un mayor gasto en una Fuerza Pública que no sería
apta para ningún trabajo.
Para finalizar es
necesario evaluar nuestras necesidades de seguridad y defensa para adoptar las
mejores medidas para nuestro país. La militarización de la Fuerza Pública no es
una opción pero tampoco podemos depender únicamente de la diplomacia y el
Derecho Internacional, ya que están sujetos a que fallen o no den los
resultados esperados.
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