Por: Diego Segura Cano
Columnista del Instituto AMAGI
Todo liberal alberga un
conjunto de esperanzas sobre lo que pueden llegar a ser sus logros como
individuo, ya sea a nivel personal o a nivel público.
A
nivel personal puede mantener la esperanza, y lograrla, de ser un ser humano
independiente, con pensamiento propio, crítico, receloso de las ideas y
planteamientos rimbombantes del momento, capaz de sostenerse económicamente,
con un claro ejercicio de su ciudadanía, con sus responsabilidades asumidas,
respetuoso de las demás personas con las que se convive aunque no comparta sus
postulados e ideales, independiente de cualquier secta, religión o comunidad
esotérica camuflada. Cada liberal debe tener en su vida ante todo y por sobre
todo el principio de ser un individuo libre, y que tal situación no sea una
definición bien pensada que se argumenta frente a amistades y conocidos cuando
le preguntan sobre el “ser liberal”. Ser liberal conlleva pensamiento y ejercicio
de la libertad, desde lo más recóndito de la mente y las tradiciones hasta lo
más abierto de la vida pública. Kant en
el año de 1783 planteó una de las máximas vías para alcanzar la libertad en la
propia vida: “La minoría de edad es la incapacidad para servirse del propio
entendimiento sin la guía de otro. Esa minoría de edad es causada por el hombre
mismo, cuando la causa de esta no radica en una carencia del entendimiento,
sino en una falta de decisión y arrojo para servirse del propio entendimiento
sin la dirección del de algún otro”.
Ser
liberal es buscar incansablemente la mayoría de edad, el ejercicio del propio
entendimiento sin ser influenciados acríticamente por otros. Labor complicada y
desgastante cuando consiste en revisar y replantear aquellos puntos del
entendimiento que no son tan evidentes, como lo pueden ser las creencias
religiosas. Pero por ello la mayoría de edad no se alcanza en un momento y para
siempre, es un proceso a como Norbert Elías dijo en su momento que todo ser
humano es un proceso. Para construir y lograr el propio entendimiento se han de
tener decisión y arrojo, palabras que hacen eco
dentro de una postura liberal, decisión y arrojo hacia la libertad.
Pero
tener decisión y arrojo para poseer un pensamiento propio constituye uno de los
caminos más difíciles intelectualmente que se pueden seguir. Kant agregaba que
“es muy cómodo ser menor de edad. Si tengo una guía espiritual que tiene fe por
mí, si tengo un médico que juzga por mí la dieta y así por el estilo, entonces
no necesito esforzarme por mí mismo”. Igualmente el esforzarse por uno mismo
conlleva el tomar la responsabilidad por sus actos, uno a uno, sean actos
plausibles o vergonzosos para un liberal no pueden existir responsabilidades
eludibles.
La
primera esperanza de todo liberal se va gestando a partir del imperativo
kantiano de ser mayores de edad, asumir el pensamiento propio, decisión y
arrojo, esforzarse por uno mismo en sus acciones y sus responsabilidades.
Obviamente tal alternativa de vida no es una tarea a realizar en un plazo
determinado. Ser un individuo libre no es una labor abarcable en un tiempo
definido. Incluso me veo tentado a postular que ser un individuo libre es una
labor inacabable, sin fin, pero no por ello inútil, sin sentido.
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