Por: Diego Segura Cano
Columnista del Instituto AMAGI
Hace poco le dieron a
Alberto Cañas el Premio Nacional de Periodismo Pío Víquez 2011, lo cual se debe
a, según lo que dice La Nación, “su trayectoria en las letras y el
periodismo de opinión, así como su sobresaliente actividad periodística en la
radio”. Bueno me dije, ya el hombre está más viejo que el cristianismo y pues
se considera que ha hecho algo por su país. Tuvo decenas de puestos en toda la
administración pública, escribió una literatura bastante mala de la cual se
salva Las fisgonas de Paso Ancho porque nos hace reír, y ahí
sigue, dándole a la vida, de a poquitos fue a recibir el premio porque
obviamente ya no camina como hace 70 años cuando era joven.
No
le di importancia al asunto. Pero recién me vengo a encontrar con una
declaración delirante. Aparentemente en un programa televisivo invitaron a Beto
Cañas. Obviamente cuando él asiste a la televisión a lo único que va es a medio
gritar y no dejar hablar a los interlocutores. Pero dicen que esa vez, hablando
de posibles soluciones para Costa Rica (que se va a ir al carajo), se soltó
decir el hombre matusalénico que lo que este país ocupa es un golpe de Estado.
Claro, un golpe de Estado, cómo a mí no se me había ocurrido antes. Puedo decir
que ante tal aseveración me reí casi tanto o más como cuando vi Las
fisgonas en el gimnasio de mi colegio cuando tenía 15 años.
Pero
mi risa se vio opacada. Fui indagando, y hasta donde me dio la paciencia en
internet encontré a costarricenses que alababan el comentario, que consideran
fielmente que Alberto Cañas tuvo la idea del siglo para enrumbar a Costa Rica
hacia no se sabe dónde (pero sí un lugar mejor), que apoyarían tal tomadura de
pelo. La risa se me fue, el buen momento que pasé carcajeándome se esfumó.
Lástima.
Ahora
sí, hablando serio el asunto. Déjenme decir que hay que ser un ignorante de
antología para sacarse tal propuesta de la manga. Obviamente cuando uno está
entre amigos siempre alguno, o uno mismo, sale con la broma de que este país
sólo se arregla con un golpe, todos nos reímos, qué grandísimo chirote, y la
cosa acaba. Pero de bromear a salir en televisión nacional diciéndolo, y que un
montón de gente sentada en casita se lo crea. Perdón pero hasta escalofríos me
entran.
Tomando
en cuenta que por Costa Rica debe andar suelta una horda aclamando y soñando
con el golpe de Estado de Alberto Cañas, voy a decir unas cuantas palabras para
ubicar la situación.
Un
golpe de Estado no es jugando. Obviamente la percepción que un costarricense
común puede tener de un golpe de Estado es en buena medida positiva. La
experiencia nacional inmediata se remite a 1948, episodio del cual existe el
imaginario colectivo de que fue el momento fundante de la “buena Costa Rica”,
en donde se dio paso a la nacionalización que devolvió al ciudadano lo que le
pertenecía, pero siendo administrado por el Estado, en donde surgió por ahí el
ICE y la CCSS agarró fuerza, estabilidad política, Estado de Bienestar, más
empleo, Pepe Figueres, medio mundo trabajando para el Estado… en fin, una
multitud de cosas positivas.
Digamos
que está bien, les creo que todo fue así, pero en la vida antes de hablar hay
que leer un poquito. Y en este caso invito a todos y todas a leer sobre lo que
fue la Guerra Civil, sobre cómo se asesinó a sangre fría y se desmembraron
familias y comunidades, sobre cómo las personas según su afiliación política
eran perseguidas, torturadas, muertas. Aquí en mi biblioteca guardo como veinte
libros con testimonios de la guerra, para quien quiera que les refiera
bibliográficamente.
A
todas aquellas personas ignorantes de antología que le creen a Beto Cañas las
invito a leer, a estudiar, incluso a hablar con personas que todavía viven que
pasaron su infancia en aquellos años de violencia e incertidumbre. Tal vez si
lo hacen, y leen y hablan e indagan, se darán cuenta que un golpe de Estado no
es ir, mandar a una gente para la casa y poner a otros que son “indicados” para
gobernar. Si lo hacen remitiendo a nuestro pasado tal vez se darán cuenta que
un golpe de Estado abre un período de violencia incontrolable al cual no se
puede dar rumbo, entre más que se considere que sea un rumbo “bueno”. De
verdad, si leen, si estudian, si conversan, se darán que un golpe de Estado no
es un fiestón, sino el quiebre del Estado de derecho y del orden democrático.
Se darán cuenta que bajo su supuesta propuesta de golpe de Estado se encuentra
una actitud hacia la política sumamente caudillista-autoritaria pues piensan
que debe ser alguien quien asuma el poder, o un conjunto de personas
“correctas” que asuman el poder, por la fuerza, en vez de quienes lo poseen en
estos momentos.
En
pocas palabras, a quien le haya creído a Alberto Cañas, le invito a leer. A
nadie le hace malo esa costumbre, personalmente la practico a diario. Y ojalá,
espero yo, con el tiempo vaya comprendiendo que no hay que hacerle caso a
cualquier atarantado que sale en televisión, entre más libros y premios posea,
pues a veces vale la pena pensar por uno mismo y no dejarse llevar por
propuestas grandilocuentes y despampanantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario