German Felipe Vega Economista Instituto AMAGI |
Cuando uno piensa en violaciones a los derechos
humanos, usualmente trae a la mente imágenes de crímenes atroces en tiempos de guerra, en amplias censuras a la
libertad de expresión, o bien la marginalización de las minorías ante un
criterio arbitrario. Sin embargo, este 23 de Setiembre, la Comisión de Derechos
Humanos de las Naciones Unidas acogió, con amplia mayoría, una petición del
gobierno Argentino para “condenar” las acciones de aquellos fondos de inversión
que “atentan” contra la estabilidad económica (en una especie de “terrorismo
financiero”) y por lo tanto impiden la debida tutela de los derechos humanos.
¿Qué tiene que ver un fondo de inversión con los derechos humanos?
Aparentemente todo, y a la vez nada.
La resolución se
basa en la lucha (eterna) de Argentina con la reestructuración de su deuda
soberana. Tras múltiples ceses de pago en las últimas décadas sobre sus
obligaciones, Argentina tiene la credibilidad financiera de Pinocho: sus
indicadores económicos delatan su incapacidad para administrar el erario
público, mientras que los mercados financieros recortan cada vez más sus líneas
de crédito. Con calificaciones de riesgo por los suelos, negociar con deuda
soberana Argentina es un riesgo. Tras el default de pagos en 2002, Argentina se
vio inmersa en una extensa renegociación de sus obligaciones. Para 2010, el 93%
de los tenedores de deuda habían aceptado un redescuento del 70% del valor de
sus títulos: por cada 100 dólares de deuda Argentina, el gobierno de este país
accedió a devolver 30. Sin embargo, el 7% de los inversionistas restantes,
decidieron darle la espalda al plan de reestructuración y demandar al país por
la totalidad de los USD 4 Bn en sus manos.
Estos inversionistas
se han llegado a conocer como “fondos buitres”: entidades financieras que
compran deuda de países en problemas financieros a un muy bajo precio para
luego tomar acciones legales y exigir la restitución total de la misma. El caso
de Argentina es ejemplar, ya que ha sido el fondo de cobertura NML Capital Limited el que ha liderado
la lucha legal. Tras años de conseguir resoluciones favorables, NML Capital ha
logró congelar USD 105MM en activos de reserva del estado Argentino en Estados
Unidos, incautar el avión presidencial, y más recientemente, obligar al atraque
en Ghana de un acorazado de la Naval Argentina por diez semanas.
Ante estos eventos, la presidenta de Argentina
Cristina Fernández, ha acusado a estos “fondos buitre” de paralizar y
entorpecer el flujo de caja de su país, haciendo a su gobierno incapaz de
ejecutar su política pública por la falta de fondos. El discurso ante la ONU de
la delegación Argentina se valió de esto: los fondos de inversión han ganado
batallas legales que los obligan a efectuar enormes amortizaciones sobre su
deuda, lo cual reduce la capacidad del estado Argentino para velar por la
reducción de la pobreza, dar acceso a la población a servicios básicos, mejorar
la educación, y proveer una tutela general de los derechos humanos. Con 33
votos a favor, la propuesta de Argentina fue acogida con éxito, y ahora se buscará
crear un organismo legal multilateral que dicte las normas en la
reestructuración de deudas.
Sin embargo, a
pesar de la “mala fama” que tienen a nivel mundial las instituciones
financieras, es muy fácil culpar a terceros por los desastres propios. La
resolución adoptada en la ONU envía, por desgracia, un claro mensaje a los
países con altos niveles de endeudamiento: en caso de que no puedan pagar, no
hay problema, hacerle frente a sus obligaciones legales no es importante. Los
incentivos están colocados, y estos apuntan a fomentar una cultura de
irresponsabilidad en el manejo de la deuda estatal en pos de “los derechos
humanos”. Argentina no llegó al cese de pagos por un acuerdo tácito entre
entidades financieras, sino por un pobre manejo de las finanzas del Estado
junto con un mediocre desempeño de su economía. La defensa sostenida de los derechos humanos
se empieza con una Hacienda responsable, utilizar la enfermedad de la segunda
para no proteger la primera es como ir enfermo al trabajo sin decirle al jefe
para trabajar menos y ganar lo mismo. Si se acusan a los “fondos buitre” de violentar indirectamente los
derechos humanos, ¿por qué no acusamos a los gobernantes irresponsables, a esos
“otros demonios”, de lo mismo?