Daniel Zamora Mata Miembro de Instituto AMAGI |
La acción humana es conducta con propósito. Es la facultad
que posee el individuo de elegir entre diferentes situaciones, preferir una y
dejar de lado otras, adecuando, para la persecución de ciertos fines y
objetivos, su conducta. El único requisito previo es que el individuo vea una
posibilidad de mejorar, pero esa percepción tiene que surgirle en lo más
profundo de su subjetividad. Por consiguiente la acción puede suponer una
falsedad cuando surge de una inquietud impuesta, resultado de la coerción, para
la persecución de fines que no le son propios al individuo.
Aún peor, puede llegar a una invitación a un camino de
servidumbre. Se nos presenta así, una dificultad presente en la acción, que
requiere de estudio y enmienda. En esta reflexión exploraremos esta
preocupación central, usando para ello un ejemplo, de Ortega y Gasset, quien en
sus Recopilaciones de Metafísica empieza enfrentándose a esta misma cuestión,
específicamente dentro de la acción que supone el estudiar.
Aquella disciplina o ciencia que llama a ser estudiada, es
creada a partir de una inquietud entre los humanos de orientación, quienes
edificaron su verdad y quienes, como aquellos, la repensaron o reencontraron.
Es así como el estudiante se encuentra la ciencia ya hecha e invitado a
acometer una falsedad, tenderá a no cuestionar su contenido, siendo más fácil conformarse
a asimilarla y tomarla por simple verdad. En palabras del autor:
“Nos encontramos con que el estudiante es un ser humano […] a quien la vida le impone la necesidad de estudiar las ciencias de las cuales él no ha sentido inmediata, auténtica necesidad…Es evidente que un estado tal de espíritu no ha llevado nunca a crear ningún saber…”
Estudiar entonces, debe ser una necesidad que se origina en
el individuo. El proceso de aprendizaje requiere de orientar al individuo a
enfrentarse a inquietudes autóctonas o comprender las que pueden venir de
afuera y que derivan en cierta acción o norma. La imposición de una inquietud o
una acción, supone la destrucción de la capacidad creativa de la humanidad, una
renuncia a la comprensión y el entendimiento y una relación servil, tanto en el
caso de estudiar, como en muchos otros.
La persecución de la satisfacción o bienestar, se persigue
entonces en ausencia de coerción, es decir, en libertad. Es así como la
necesidad de estudiar la libertad surge entonces de la vida en sociedad del ser
humano, donde se vuelve menester poner en armonía las aspiraciones y
necesidades de todos, tolerar las diferencias, prevenir la violencia y resolver
los conflictos que naturalmente surgirán inherentes a la diversidad humana.
Por consiguiente no existe la necesidad de un arquitecto o
diseñador que dirija la empresa de responder a tal inquietud, fuera del rango
del individuo, la asociación y la cooperación voluntaria, frente al ejercicio
de la coerción. Es el ejercicio del poder el que requiere justificación, no el
de la libertad.
Pueden leer el artículo original en el blog de EsLibertad.
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