28 de abril de 2014

¿Qué le sucede a Costa Rica?

David Rodríguez.
Vice Presidente Instituto AMAGI, Presidente
Revolución Liberal y Coordinador Local en EsLibertad.
Esta semana en un día (8 de abril del 2014) Costa Rica vio anunciado de manera oficial que tanto Bank of America como Intel estarían trasladando 2.900 empleos (entre ambos) fuera del país. Ambas corporaciones señalaron los procesos de reestructuración global de sus operaciones como las causas. Esto generó mucha suscitación entre los costarricenses dado que este anuncio se dio apenas dos días después de que Luis Guillermo Solís Rivera fuese electo presidente de Costa Rica en una poco concursada segunda ronda.

Sobra decir que el presidente electo no tiene la culpa por estos 2.900 empleos perdidos, estas corporaciones no toman estas decisiones de la noche a la mañana y por lo tanto se asumiría que son decisiones que ya se habían tomado tiempo antes de que realmente se supiese quien sería el nuevo presidente del país. Lo que sí es cierto es que aún si se acude a justificar estos eventos como reestructuración global; es innegable que hay factores del país que han hecho que dichos reajustes perjudiquen especialmente a las operaciones en nuestro territorio.

Cuando corporaciones de tal magnitud toman estas decisiones tenemos que preguntarnos ¿En qué estamos fallando para que las mismas no nos vean como un país para hacer inversiones de largo plazo? Hay que señalar que Costa Rica tiene una política fiscal que le genera incertidumbre a las empresas, los altos costos operativos agobian al sector productivo y dejamos mucho que desear en materia de facilidad para hacer negocios.

Fue el mismo gerente general de INTEL  en Costa Rica quien dijo en octubre del 2011 que el intento del congreso  de ponerle 15% de impuestos a las ganancias repatriadas de aquellas empresas que gozan de los beneficios de las zonas francas, ponía en riesgo las operaciones de INTEL en el país. Él mismo señaló que ‘‘INTEL hace inversiones en un horizonte de largo plazo, y una de las cosas que tomamos con mucha seriedad es la estabilidad y consistencia de la política fiscal’’.  Por lo tanto no es sorpresivo que un país que intentó gravar en su momento a una empresa a quien –como ellos mismos reconocieron- dicho intento le pareció una mala señal… tres años después anunciara que cerraría su planta manufacturera (y con ella se llevó 1.500 empleos).

El mismo INTEL señaló en mayo de ese mismo año su preocupación por las altas tarifas eléctricas; cito del periódico La Nación ‘‘La gigante tecnológica Intel es una de las empresas estadounidenses que expresó a la presidenta Laura Chinchilla preocupación por el precio de la energía eléctrica, pues impacta directamente sobre los costos de operación de su planta en Belén. ’’ Y esto a pesar de que INTEL goza de una tarifa especial para industrias; lo cual trae por lo tanto a colación la paupérrima situación que atraviesa el país con respecto a las tarifas eléctricas. De hecho fue la Coalición de Iniciativas de Desarrollo (CINDE)  quien recientemente mencionó que el precio de las tarifas eléctricas era uno de los factores que le restan competitividad al país. De hecho fue la Unión Costarricense de Cámaras y Asociaciones del Sector Empresarial Privado (UCCAEP) quien en su encuesta trimestral de negocios señaló que ‘‘El costo de la electricidad es el factor que más presiona al alza los costos de producción de las empresas en Costa Rica’’.

La misma CINDE reconoció en su último comunicado que factores como el exceso de trámites dificultan la atracción de inversión extranjera. No es casualidad que un país que en el Índice de Facilidad para Hacer Negocios no logre tan si quiera estar entre los mejores cien (actualmente ocupa la posición número 102) y dentro de este índice figuran vergonzosas posiciones en el ranking tanto en protección de inversores como en cumplimiento de contrato (169 y 139 respectivamente); dos categorías vitales para la atracción de inversiones. En otras palabras la renta de los años en los cuales Costa Rica era más competitivo ante los ojos de los inversionistas ya se está venciendo.

El sector productivo y su buen desempeño, vital para un sistema democrático, están sufriendo en gran manera. Costa Rica, según la CEPAL, es el segundo país con más desempleo en la región. La situación económica de un país es trascendental para la paz social; una economía dinámica, creciente y estable repercute de manera positiva en un país. Y Costa Rica está en una situación difícil.

El país y el nuevo gobierno deberán mirar hacia la libertad económica para aliviar la situación crítica que atraviesa el país. El descontento popular se escucha de manera cotidiana en las comunidades del país. Para el presidente electo la gran interrogante es si podrá romper con las posiciones habituales de su partido y por ende dejarnos un país estable y próspero dentro de cuatro años. 

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