9 de abril de 2014

Entrevista de Instituto AMAGI en el USA Hispanic.

Asdrúbal Vargas: “La libertad es la única idea que moralmente puede justificar la verdadera coexistencia social”.

El presidente de Instituto AMAGI, en entrevista con USA Hispanic, afirmó que "América Latina tiene un problema, y es que ha tratado de ser reformista; ha esperado a que la evidencia empírica sea suficiente para explicarse a sí misma ante la sociedad"

Asdrúbal Vargas: “La libertad es la única idea que moralmente puede justificar la verdadera coexistencia social”

Foto de los miembros del Instituto AMAGI
ENTREVISTA DE DAVID IGLESIAS PÉREZ.

América Latina crece a buen ritmo. El mundo hispano al sur de Texas cada vez se desarrolla más, especialmente en un contexto de post-crisis en Europa y Estados Unidos. Latinoamérica despierta interés a nivel mundial, pero la región aún sigue enfrentando muchos retos, especialmente en un momento en el que se ven cada vez más dos bloques ideológicos separados entre sí, que dan distintas respuestas políticas y económicas a la pregunta de cómo organizar la sociedad. Por un lado, la Alianza del Pacífico. Por otro, el ALBA. En medio, una OEA que navega por aguas turbulentas.

En este contexto, más que nunca es esencial el surgimiento de líderes y asociaciones que busquen dar una respuesta clara y decidida en pro del libre mercado, la democracia y los derechos humanos. Entrevistamos en USA Hispanic a Asdrúbal Vargas Vázquez, presidente de AMAGI, un think tank basado en Costa Rica que aspira a impulsar un cambio clave en la región en este sentido. En las siguientes líneas explica cómo es su organización y comenta los principales retos que afronta América Latina.

Asdrubal Vargas Instituto AMAGI/Foto cedida por Instituto AMAGI
Asdrúbal Vargas
Presidente Instituto AMAGI

PREGUNTA.- ¿Qué es AMAGI? 

RESPUESTA.- AMAGI es un think tank compuesto exclusivamente por estudiantes y jóvenes profesionales que buscan generar un relevo generacional dentro de la sociedad costarricense y latinoamericana. Un cambio social que esté orientado hacia la difusión de las ideas de la libertad. Y no sólo en el plano teórico, sino también en el práctico: que mediante nuestras actividades, estas ideas sirvan para fomentar el surgimiento de nuevos líderes que sean los difusores de la libertad hoy y en el futuro.


P.- ¿En qué países trabajáis? 

R.- Estamos basados en Costa Rica, donde organizamos actividades para público costarricense y de toda América Latina en general. Hasta ahora hemos tenido participación de jóvenes de Guatemala, Panamá, Honduras, Costa Rica, Colombia e incluso del cono Sur, como Chile y Argentina. Y observamos que el trabajo que venimos realizando comienza a calar en otras partes de Latinoamérica.

Así pues, queremos expandirnos en dos direcciones. Por un lado, convertirnos en referente de la juventud en Centroamérica, región cuyo tamaño geográfico permite que el flujo de información y de personas sea más fácil. Por otro, reforzar nuestra presencia en América del Sur. Esto último no sólo mediante la apertura de oficinas en otros países, sino del refuerzo de alianzas estratégicas. Por ejemplo, ya trabajamos con los amigos de Instituto AMAGI de Argentina. Nos pidieron el permiso para utilizar el nombre y tenemos una relación muy estrecha con ellos.

P.- ¿Cuántas personas trabajáis en AMAGI?

R.- Somos 20 personas trabajando activamente en el instituto, en cada uno de los programas. Desde el punto de vista directivo, de seguimiento de los programas académicos, del desarrollo de la organización, de las relaciones con universidades… Y el grupo de colaboradores es de cerca de 100 personas. Cada una de las personas que colabora o trabaja activamente lo hace ad honorem, no recibe un salario por ello.

P.- ¿Cómo os financiáis? ¿Cuál es vuestro presupuesto?
R.- Recibimos apoyo logístico y económico de las organizaciones con las que trabajamos. La Fundación Naumann y Estudiantes por la Libertad le brindan cooperación al proyecto. Y tenemos donantes privados del sector empresarial de Costa Rica. Todos ellos nos ayudan en la realización de nuestras actividades.
El presupuesto con el que podemos trabajar es relativamente limitado. Sin embargo, esta es la importancia de que tengamos líderes comprometidos, para que su recurso humano sirva por el de 10 personas. Y cada donación que entra es para financiar un programa específico. No es por tanto dinero que se quede “estancado” u ocioso en nuestras cuentas. Este sistema de financiación por proyectos nos permite tener muchísima transparencia.

P.- Supongo que la decisión de no optar a fondos públicos busca mantener una independencia sobre vuestra organización.

R.- Efectivamente. Al nacer como un think tank de jóvenes y para jóvenes, una de las primeras cosas que quisimos proteger desde el principio fue la integridad del grupo y la transparencia de las ideas que queríamos difundir, y que éstas nunca se vieran supeditadas a intereses políticos ni particulares de una agenda específica. Algo que va más allá de la mera decisión de no buscar ni aceptar donaciones públicas. Por ejemplo, escogimos como color del instituto el morado porque no hay ninguna agrupación política ni social que se identifique con esta tonalidad. Así evitamos “manchar” nuestra organización con otra clase de intereses.

P.- ¿Y cuál es vuestro reflejo jurídico? 

R.- AMAGI en Costa Rica es una asociación sin fines de lucro, una ONG. Esto nos permite trabajar en diferentes foros, principalmente en universidades. Este reflejo jurídico también nos permite trabajar con organizaciones fuera del país y otras redes de las cuales formamos parte, y nos permite recibir donaciones privadas para el financiamiento de nuestras actividades.

P.- ¿Qué tipo de actividades organizáis? 

R.- Principalmente tenemos cuatro programas. El primero es el universitario, que se hace directamente desde los salones de clase, auditorios, etc. Distintos foros universitarios en los cuales instituto AMAGI es invitado a brindar una postura a favor de la libertad, de los derechos humanos o de la democracia. También organizamos debates y seminarios. Incluso cursos optativos. Por ejemplo, el año pasado realizamos un seminario sobre Economía Austriaca por todo un semestre en la facultad de Economía de la Universidad de Costa Rica.

El segundo área de programas es el de team building (construcción de equipo), a nivel de grupo y de personas que están interesadas. Internamente realizamos círculos de lectura, debates, etc, con los cuales nuestro liderazgo puede tomar mejores herramientas para difundir la filosofía de la libertad. También permiten agarrar más compromiso y más concientización de la importancia de la labor que realizamos.
En tercer lugar tenemos las actividades de alto calado nacional, que tienen como objetivo sensibilizar a policymakers (tomadores de decisiones), autoridades de gobierno e instituciones del ámbito público y empresarial sobre temas nacionales que afectan a toda la ciudadanía. Siempre desde el marco de la filosofía de la libertad. En este sentido, hacemos investigaciones o trabajos sobre un tema. Este año estamos trabajando con la cuestión energética, y buscamos hacerlo muy fuertemente con todas las contrapartes liberales del país. En el pasado hemos realizado actividades de este tipo sobre el tema de la seguridad social, de la salud pública y el de la educación, entre otros.

Por último, están los programas de liderazgo, orientados no sólo a Costa Rica sino también para el resto de América Latina, a través de nuestro seminario de Liberalismo 1 on 1. Durante tres días, de viernes a domingo, se reúne de 20 a 30 jóvenes para discutir a fondo un tema de la filosofía de la libertad y su vertiente de liderazgo. Personas que, por el trabajo que desempeñan en otras organizaciones o por el liderazgo que quieren dentro de sus universidades, son líderes en sus áreas o firmes candidatos a serlo. Estas ediciones las realizamos aproximadamente cada dos meses, siempre con un enfoque diferente. Concretamente, el último seminario fue una edición especial sobre activismo y difusión de la libertad. Así pues, no sólo hablamos de cuestiones filosóficas, sino también de cuáles son las razones por las cuales no cala este mensaje en el resto de la sociedad. Y cómo mejorarlo con las herramientas que tenemos, aprovechando entre otros medios la web 2.0 y las redes sociales para concientizar a la sociedad de estas ideas.

P.- Trabajáis por tanto con la vista puesta a medio-largo plazo…

R.- Claro. Eso era parte de lo que hablaba Hayek, de la necesidad de los liberales de fijarnos metas a largo plazo. Al fin y al cabo, la tarea que tenemos por delante es bastante grande y más allá de muchas cosas que podamos cambiar en la sociedad, tenemos que entender que cada problema o cada contexto es resultado de la cultura. Y acá queremos cambiar la cultura de la sociedad latinoamericana. A pesar de que pueda sonar muy ambicioso, creemos que con una nueva generación de líderes es algo que realmente se puede hacer, y por eso le damos importancia a tener personas que no sólo sepan difundir muy bien estas ideas, sino que tengan un gran conocimiento de las mismas. Líderes que le pierdan el miedo al debate, a entrar en foros que tradicionalmente no acostumbramos a entrar las personas que apoyamos las ideas de la libertad, y que por eso mismo se puede ver reducido el impacto que tienen. Hay que recuperar banderas económicas y sociales que actualmente están en otros frentes de lucha, por así decirlo.

P.- ¿Cuál es la fórmula que Latinoamérica debe seguir para ganar la libertad?

R.- América Latina tiene un problema, y es que ha tratado de ser reformista. Ha esperado a que la evidencia empírica sea suficiente para explicarse a sí misma ante la sociedad. Vemos países como Chile, por ejemplo, que pese a sus buenos indicadores en materia económica, educativa, de salud, etc, deciden virar a la izquierda pese al buen resultado que han mostrado estas medidas económicas. En América Latina lo que nos queda pendiente es una tarea cultural enorme, que por décadas hemos estado trasladando, y que por intereses cortoplacistas hemos sacrificado. Como decía Mafalda, lo urgente le ha quitado el paso a lo importante. Creo que las ideas de la libertad no podrán florecer con fuerza en América Latina hasta que no las defendamos con transparencia, de forma honesta y mirando esta tarea como una meta a largo plazo, sentando las bases para crear sociedades más prósperas y libres. Nos hemos dedicado a ser sumamente reformistas, esperando que las reformas expliquen por sí solas un fin ante el electorado y la sociedad en general, y eso ha sido un fallo grave.

P.- ¿Por qué soluciones liberales, en vez de conservadoras o progresistas? 

R.- Más que liberales, enfocadas hacia la libertad. El apelativo liberal en América Latina ha tenido contextos diferentes y muchas tergiversaciones, que puede ser en gran medida lo que haya afectado a sus resultados. Hablamos de propuestas a favor de la libertad no sólo porque funcionan desde el punto de vista económico y porque la evidencia empírica ha demostrado ser el verdadero motor para el desarrollo de los países y de las sociedades, sino también porque moralmente es la única idea para defender. Yo no puedo defender moralmente una idea que castiga el emprendimiento y que abiertamente ofrece quitarle a unos para darle a otros. Eso para mí tiene un nombre: hurto. Una vez José Piñera [ministro de Trabajo en Chile entre 1978 y 1980 y el artífice de su sistema privado de pensiones], me dijo algo que se me quedó grabado. Afirmaba que cuando uno defiende una idea tan honesta como la democracia  o la libertad, realmente no hay nada que temer. Por eso nosotros hacemos tanto hincapié en la libertad, sin excusas, sin concesiones, en todo foro que podamos participar, porque consideramos que no sólo es la idea económicamente correcta para defender por los éxitos mostrados en el pasado y en el presente, sino porque moralmente es la única que puede justificar la verdadera coexistencia social.

P.- Hablabas antes de activismo. ¿Cómo creéis que debe estructurarse el activismo juvenil en pro de la democracia?

R.- La lucha por la libertad y cualquier cambio cultural que se quiera hacer no se puede hacer sólo con intelectuales y activistas, o sólo con políticos. Esa es la esencia de la sociedad, ser diversa y tenemos que saber aprovechar esa diversidad. Dicho lo cual, pienso que el activismo tiene que hacerse desde tres frentes. En primer lugar, tienen que existir think tanks, centros de pensamiento que funcionen como anclas ideológicas que brinden una brújula hacia donde queremos llegar con el cambio que queramos promover mediante el activismo, que sería el segundo pilar que citaría. Un activismo que permita pasar de la teoría a la práctica, que sirva para inspirar a personas y para incluirlas dentro del movimiento. Y que concluya con un último frente de participación juvenil, que puede ser el frente político. Que tengamos a personas de las nuevas generaciones que se conviertan en el músculo político para transformar ese ímpetu de la juventud en propuestas concretas y demostrar la forma en que le puede aportar a la sociedad actual. Visto desde esta forma, es cumplir con las tres etapas de la comunicación: información, sensibilización y movilización, donde los think tanks cumplen con una parte de información, el activismo cumple con la parte de sensibilización y los brazos políticos cumplen con la parte de movilización.

P.- En este sentido, ¿qué opináis de las protestas en Venezuela? 

R.- Si bien es cierto que podemos analizar académicamente todas las circunstancias que desembocan en la situación actual de Venezuela, yo no creo que la ama de casa de Caracas esté preocupada hoy porque no puede comprar el diario, o que el estudiante que protesta hoy porque el compañero fue fusilado la semana pasada lo esté haciendo por motivos ideológicos, ni que el militar que está viendo en carne propia que la cobija del socialismo no es suficiente para cubrir sus propios privilegios se queje por ideología. En Venezuela no es un sector en particular el que está protestando, sino que son múltiples. Es una fuga, un escape que acaba de explotar más que por motivos ideológicos, por motivos pragmáticos. No hay que ser un académico o haber estudiado mucho de teoría económica para darse cuenta del problema tan grave que hay con el modelo de sustitución de importaciones, con el control cambiario de divisas, con la censura a la libertad de prensa. Cuando la gente ve estas cosas en carne propia, pasan de ser cuestiones ideológicas a cuestiones pragmáticas, que son las que terminan movilizando a grupos tan grandes y tan diversos de la sociedad venezolana.

Karl Popper decía que uno no puede ser tolerante con los intolerantes. Y él lo decía porque si la tolerancia es el respeto a la libertad de los demás, la intolerancia es el irrespeto a la libertad de los demás. Y tolerar el irrespeto a la libertad de los demás es algo que es totalmente inconcebible. Por lo tanto, en estos casos, como el venezolano, creo que está totalmente justificada la movilización ciudadana como forma de lograr la democracia, así como la rebelión a un sistema que ya no da para más.

P.- ¿Cómo se gana la “batalla” de las ideas? 

R.- Es uno de los temas a los que acostumbro a hablar en los seminarios. Yo creo que se gana de varias formas. Primero, dándole el valor que tienen las ideas en la sociedad. Eso es esencial, porque si uno no considera que son las ideas las que pueden cambiar las situaciones, sino que simplemente es el pragmatismo, por ejemplo, yo creo que ya empezamos con el pie izquierdo. El segundo es una alta convicción moral en estas ideas, y eso solo se logra con el debate, la lectura y el estudio profundo de las mismas. Y también con la forma en la que se difunde el mensaje, haciéndolo popular. Tenemos que hacer el liberalismo popular. Creo que eso es lo que nos ha faltado mucho a los liberales de América Latina. Y verlo como una cuestión macro, no sólo como una cuestión económica, sino también como algo inherente a la sociedad.

Asimismo, hay que hacerlo con unas formas cercanas y atractivas. Siempre he dicho que uno de los pecados más grandes de los liberales es el vicio al tecnicismo, o la arrogancia al tecnócrata. El resultado de la actividad económica y académica que realizamos muchas veces utiliza un léxico o una semántica que no es suficientemente atractiva o incluyente para las personas que normalmente no están relacionadas con estos temas.

Y hay que volver al largo plazo al que me refería antes. Como decía Thomas Jefferson, el precio de la libertad es la eterna vigilancia. Así pues, tenemos que dar la batalla de las ideas teniendo en cuenta que es un combate a largo plazo. Y eso implica que cada noche, cada día, hay que estar batallando por las mismas, porque si los enemigos de la libertad no descansan, nosotros tampoco podemos hacerlo.

P.- Bonus question: ¿Por qué el término ‘AMAGI’?

R.- En Estados Unidos, no tanto en América Latina, el Amagi se ha convertido en un icono de la cultura pop. Se agregan afiches, hay mucha gente que lo tiene tatuado, etc. Se tiene la falsa concepción de que es literalmente el significado de libertad. Sin embargo, su significado responde a un contexto. ‘A-magi’ significa ‘retorno a la madre’. En la época de los sumerios, una persona que era esclavo no era considerada un ser humano. Sólo en el momento en que lograba comprar su libertad, se decía que retornaba a la madre, al considerarse el útero materno el inicio de la vida humana y el momento en que se te otorgan las libertades. Así pues, responde a una visión naturalista del concepto de libertad, algo inherente al ser humano desde el momento que nace. Y representa un ciclo, y esa es la razón por la que hemos querido utilizar el nombre de ‘amagi’ para nuestro instituto, que es para la juventud, para replicar en Costa Rica y América Latina ese retorno a la madre, ese regresar a las raíces, a las raíces democráticas, de los derechos humanos.

Enlace a la entrevista original.

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