5 de marzo de 2014

Un organismo claramente no intervencionista

Juan Felipe Vélez Tamayo
Estudiante de Economía
Universidad Eafit
La semana pasada el secretario general de la Organización de los Estados Americanos José Miguel Insulza hizo un llamado de atención a Venezuela, incitando a la oposición y al oficialismo a sentarse a negociar una salida pacífica a la actual crisis política que sufre este país. El secretario, queriendo ser imparcial, recalcó que la intervención no es necesaria afirmando que “el intervencionismo ya es una cosa del pasado”. Es cierto que el respeto por la soberanía de los Estados Nacionales y la legitimidad de sus actos políticos es importante; es cierto que la intervención militar, además de resultar más perjudicial que benigna, debe ser una herramienta de última instancia; no obstante también es cierto que asumir una posición política clara no es lo mismo que intervenir.

Asumir una posición política no necesariamente implica asumir una postura de izquierda o derecha. Una de las principales posiciones políticas del Gobierno de los Estados Unidos es no negociar con terroristas, independientemente del talante republicano o demócrata de la administración de turno; lo mismo sucede con la Unión Europea y su posición de solo aceptar países con gobiernos democráticos, sin que la preferencia por un Estado de bienestar o fiscalmente conservador de sus integrantes afecte dicha resolución. Si se analiza la historia de la OEA podremos ver que esta institución nunca ha tenido posturas tan claras como los otros dos organismos mencionados en cuestión.

La OEA desde su fundación en el año de 1948 ha sido un organismo de resultados mixtos, con logros como la creación de la comisión interamericana de derechos humanos, o el BID; y aun así pusilánime frente a las dictaduras y regímenes liberticidas. La única vez en que la OEA pudo plantarle cara a un régimen dictatorial fue en el año de 1962 con la expulsión de Cuba, recién empezando el régimen Castrista, por presión, irónicamente, del presidente Venezolano Rómulo Betancur.

De la expulsión de Cuba en adelante la historia de la OEA se ha visto marcada por una protesta pasiva y posiciones ambiguas frente a los regímenes dictatoriales. A pesar de que estas dictaduras latinoamericanas fueron denunciadas en numerosas ocasiones por el CIDH y otros organismos internacionales la OEA nunca tuvo la disposición de llevar sus protestas hasta las últimas consecuencias. No expulsó a Nicaragua bajo la dictadura de Anastasio Somoza; toleró el derrocamiento de Salvador Allende por parte de Pinochet; no fue clara con los distintos gobiernos militares en el Salvador, y si lo hubiera hecho tal vez se hubiera evitado una cruenta guerra civil; con Uruguay fue igual de cobarde; y la misma historia se repite en el Proceso de Reorganización Nacional en Argentina a principios de los 80.

La única que vez que la OEA volvió a mostrar su firmeza fue en el año 2009 cuando se opuso al derrocamiento del presidente Manuel Zelaya en Honduras, un radical cómplice de la dictadura responsable de la actual crisis en Venezuela y con dudosa estabilidad mental para gobernar; su desfachatez llegó a tal punto que hasta el propio partido de Zelaya, el Partido Liberal de Honduras, apoyó el golpe de Estado. Cabe mencionar que ese mismo año Cuba fue admitida otra vez en la OEA.

En la actualidad la OEA sigue tolerando la represión y la violación de las libertades individuales escudándose bajo el argumento de “la no intervención”; esta vez con el alivio de que los gobiernos de Correa, Ortega o Maduro no llegan a los niveles de represión de las dictaduras de los años 70 y 80. No obstante, muestra de la equivocación de este organismo es Venezuela, un país donde la clase media esta destruida y la oposición, siendo más de la mitad de la población, difícilmente tiene voz y voto. Solo queda señalar que en la Carta de la OEA en el Articulo 2, del Capitulo I, en la sección B se menciona como uno de sus deberes “Promover y consolidar la democracia representativa dentro del respeto al principio de no intervención”, eso sí, dándole mas importancia al principio de no intervención que a la democracia representativa.

2 comentarios:

  1. En Honduras no hubo golpe de estado. Zelaya violó la constitución al convocar por decreto ejecutivo un referendo que le permitía perpetuarse en el gobierno. Por esa razón fue depuesto constitucional y legalmente. En su proyecto Zelaya estaba apoyado pro Chávez y los Castro. Honduras iba camino a convertirse en una dictadura y miembro del grupo de socialismo siglo xxi.

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  2. Preocupante que los Estados se escuden en "la autonomía y soberanía" para reprimir a sus ciudadanos , mientras la comunidad internacional se queda observando.

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Comentarios

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