Por Daniel Zamora
Miembro de Instituto AMAGI
La Libertad
conlleva responsabilidad, ninguna persona o grupo de personas tiene el derecho
de agredir a otra o a su propiedad. Conocido como el Principio de No-Agresión
esta anterior afirmación es la base de la filosofía de la Libertad. Toda
organización social que aspire a alcanzar entre sus iguales los valores de la Paz,
la Justicia y el Progreso deberá perseguir y vigilar permanentemente la
Libertad. No es una verdad evidente entre aquellos inmersos en el inercial
movimiento de la colectividad, mas es irrevocable realidad entre los que han
dirigido su vida sincera, intensa y objetivamente a la búsqueda de la Verdad.
A lo largo de la
historia de la humanidad la filosofía de la Libertad ha demostrado, entre
aquellas Naciones que han respetado la paz y la propiedad, el fruto del
progreso material y humano bajo la organización Capitalista. En definitiva el
ser humano en momentos de mayor libertad política y crecimiento económico ha
fecundado, diversificado y profundizado su conocimiento de las ciencias, artes
y letras, en la persecución de su felicidad. Aquellas sociedades que han
preponderado la igualdad o la seguridad por sobre la Libertad, terminaron sin
ninguna de aquellas.
Naciones
que décadas atrás tomaron la decisión de enfrentar la aventura de la Libertad, al
abrir sus puertas a la competencia y la cooperación internacional, son hoy
consideradas de primer mundo y sus ciudadanos viven en bienestar, seguridad y
democracia. América Latina en general ha definido su agenda en enfrentar
problemáticas del pasado o en culpar lo ocurrido a fuerzas exógenas, cuando
posee todos los recursos para enfrentar con creces el reto del desarrollo y la
equidad. Debemos plantear y promover este proceso con entusiasmo,
responsabilidad y anhelo, ya que de tardarnos de más, caeremos en las mareas inerciales
de lo que otros decidieron por nosotros.
En Costa Rica la
experiencia liberal ha sido extensa y profunda, desde los grandes intelectuales
que construyeron la organización jurídica e independiente de la patria, hasta
en la idiosincrasia que sostenían nuestros iguales, ciudadanos orgullosos del
trabajo, la paz y la Libertad. Sin embargo nuestros ciudadanos se acercan
peligrosamente al abismo del estatismo, engañado por el espejismo del
proteccionismo populista, envueltos en la desidia de su estado de confort. Debemos
en busca del supremo valor de la Libertad, como Nación, evocar aquellos
principios que hicieron de esta una gran patria y ser un ejemplo, para el
mundo, de apertura, bienestar e innovación, de paz, humanidad y justicia.
Hoy vivimos
en las denominadas sociedades de conocimiento e información; natural y
espontanea evolución de la organización de individuos, que acceden de manera
casi universal, como nunca en la historia, a las ideas. Hemos alargado la vida
promedio de la humanidad, gracias a los avances médicos, a las herramientas
biológicas y enfrentaremos en el futuro la incorporación de tecnologías que
cambiaran drásticamente las dinámicas de nuestras organizaciones sociales. Esto
se ha desenvuelto, entre múltiples causas, enfáticamente por la integración de
una gran economía mundial, basada en complejas tecnologías de telecomunicación,
energía, infraestructura e informática.
Cómo evolucionan las dinámicas, deben
evolucionar las ideas y su propagación. El individuo recibe grandes cantidades
de data, que procesa y utiliza, para actuar de acuerdo a parámetros dinámicos, establecidos
con anterioridad. La comunicación entre humanos ha evolucionado y la opinión
pública no solo se define en espacios físicos, sino también en digitales. A
pesar de los avances que como cooperación social hemos construido, hemos
permitido que el poder político se apropie de temas de legítima jurisdicción
individual, deteniendo y hasta regresando a inferiores condiciones, por el
inmenso capricho de la ignorancia colectiva.
Nuestra
generación deberá decidir si dentro de esta dinámica será pasivo espectador o
activo protagonista de su historia. Existe
hoy una juventud responsable, innovadora y principalmente comprometida con las
ideas de la Libertad, con la aspiración de vivir en un mundo de mentes y mercados
libres pero por sobre todo de personas felices. Es momento de que rechacemos de
una vez por todas, las quimeras mercantiles e ilusorias del intervencionismo y
la mentira violenta de las doctrinas déspotas y totalitarias.
El primer paso hacia una sociedad libre
es que la conformen individuos libres, de soñar y perseguir su propio modo de
vida, bajo su propia definición de felicidad, en respeto de los derechos
fundamentales. Ese cambio de mentalidad se promueve desde nuestras cunas de
pensamiento, las universidades, donde las ideas se extienden por aceptación e
incursión en la opinión pública, después de que un individuo las acepta,
practica y promueve como una red compleja e interrelacionada. Por ello, estamos
comprometidos a dinamizar nuestras ideas, enfrentar con orgullo las falacias
colectivistas, los análisis mediocres y las mentiras disfrazadas bajo filosofías
incongruentes, en persecución fraterna del valor supremo de la Libertad.
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