Por German Felipe Vega
Economista
De todos los precios en una economía como la
costarricense, quizás el más importante sea el tipo de cambio (TC). Desde un
punto de vista meramente económico, el tipo de cambio debe ser neutro a las
decisiones de negocios: una decisión de inversión no debe depender del nivel
del tipo de cambio, solamente debe estar en función de la rentabilidad y el
riesgo asociado al proyecto.
En lo que va del 2014, hemos visto
una devaluación del colón de aproximadamente 40 colones, o un 8%. Altamente
beneficioso por los sectores exportadores, quienes han ganado de manera
ficticia un 8% de competitividad en cuestión de semanas, el resto de la
economía puede sufrir severas consecuencias de lo que ha acontecido.
Nuestra economía no ha visto cambios
súbitos en sus variables “fundamentales” como para experimentar cambios tan
abruptos en el TC. Las exportaciones no cayeron en cuestión de días, ni se
desplomaron las tasas en colones como para incentivar el ahorro en dólares, y
las agresivas compras del Sector Público No Bancario se han aminorado. Tampoco
se puede afirmar que estamos ante la presencia de salidas masivas de capital en
el Mercado de Monedas Extranjeras (MONEX): el monto promedio de transacciones
diarias ha aumentado cerca de un 40% en comparación al mismo periodo de 2013, y
el volumen total de compras y ventas se redujo en un 25%. Los participantes,
principalmente entidades financieras y cualquiera con una firma digital y una
cuenta bancaria, están realizando compras y ventas por montos más pequeños para
no afectar el tipo de cambio abruptamente.
¿Especulación maliciosa o pánico desenfrenado por expectativas? Muy
posiblemente, y todo parece indicar que el tipo de cambio continuará aumentando.
El Banco
Central (BCCR) ha anunciado sus claras intenciones de intervenir de manera
oportuna para frenar la devaluación, y a la fecha ha intervenido en MONEX por
$69 millones, cifra que aumentará rápidamente de continuar la tendencia. Pero
esto mismo ya lo hemos vivido en 2008, cuando el tipo de cambio pasó de 497 a
556 entre Mayo y Julio como resultado de una combinación de necesidades de
divisas por parte de una entidad financiera y luego una especulación contra la
devaluación. Durante esta “corrida” contra el colón, el BCCR intervino por
cerca de $246 millones, lo cual no impidió que el colón continuara en aumento y
llegando a 590 a mediados de 2009. Nuestra economía aguantó el golpe, pero
algunas condiciones han cambiado.
La dolarización financiera
costarricense es quizás el factor más preocupante ante un escenario de
devaluación. Según datos de la Superintendencia de Entidades Financieras,
aproximadamente un 37.5% del crédito total en nuestra economía se encuentra en
dólares y colocado a personas o empresas con ingresos en colones. La
devaluación del colón de las semanas implica que un porcentaje no despreciable
de la economía ha visto un aumento de un 8% en su carga financiera, proporción
que pareciera continuar en aumento. El endeble desempeño de nuestra economía
nos indica que no todos podrán hacerle frente al alza en sus obligaciones; puede
que caigamos en una situación similar, pero a menor escala, a la vivida en 2008
cuando se dio un alza generalizada en los niveles de morosidad del sector
financiero. Si bien tanto el BCCR como SUGEF han advertido de los riesgos de la
dolarización financiera, la realidad es que los costos crediticios en colones
son en promedio un 30% más altos que en dólares. En un país con pobres
indicadores de acceso al crédito en las evaluaciones del Banco Mundial,
propiciar una colonización del crédito es dar un salto al vacío al frenar la
inversión y gran parte del consumo en tanto no se ataquen los problemas del
alto costo del crédito en colones.
A
la par de una excelente política monetaria en tiempos recientes, tenemos
mercados de divisas poco profundos. Más allá de lo que suceda con el tipo de
cambio en los próximos meses, debemos entender que somos una economía pequeña
con indicadores de apertura comercial por encima del 100% de la producción
anual. Debemos trabajar en mejorar los mercados de divisas en nuestro país, ya
que no puede ser admisible que algo que aparentemente comenzó por compras
agresivas del gobierno desencadene en una crisis cambiaria con efectos
negativos sobre la gestión de negocios.
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