Por Luis Fernando Ceciliano Piedra Colaborador Instituto AMAGI |
El 19 de agosto de 2013 concluyó la decimonovena
reunión del denominado Foro de Sao Paulo, en La Habana, Cuba. En su declaración
final, se dio un espaldarazo a los denominados gobiernos “progresistas” de la
región, al tiempo que se reafirmó el rechazo a cualquier tipo de
intervencionismo por parte de potencias extranjeras y la necesidad de
“radicalizar la defensa de nuestros derechos y nuestra soberanía”. Por nuestro
país, participaron representantes del Partido Frente Amplio (FA), quienes aceptaron
la declaración junto con sus pares de otros partidos latinoamericanos
ideológicamente afines como el nicaragüense Frente Sandinista de Liberación
Nacional (FSLN), el venezolano Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), el
boliviano Movimiento al Socialismo (MAS) y el ecuatoriano Patria Altiva i
Soberana (PAIS)
Pero, ¿qué es el Foro de Sao Paulo? Este hasta poco
desconocido grupo de más de cien partidos políticos y agrupaciones sociales
izquierdistas de todo el orbe, tiene sus raíces en el descalabro del régimen
marxista leninista en la Unión Soviética y en varios países de Europa Oriental.
Ante la repentina e inesperada orfandad en que la izquierda latinoamericana
había quedado, el Partido de los Trabajadores (PT, Brasil) se dispuso a tomar
la bandera socialista en la región, y en el mes de julio de 1990, con la
presencia de delegados de cuarenta y dos organizaciones políticas y movimientos
de izquierda de la región, llevaron a cabo la primera reunión del denominado
Foro de Sao Paulo en la ciudad homónima brasileña bajo la presidencia del líder
cubano Fidel Castro con el propósito de “reconquistar en América Latina el
imperio que se había perdido en el este de Europa”. Mediante la llamada
“Declaración de Sao Paulo”, los miembros del conglomerado expresaron su
intención de “buscar el avance de propuestas consensuadas para tomar acciones
unificadas en la lucha antiimperialista y popular”, de manera que sea posible
establecer “contrario a la integración bajo el dominio imperialista, las
fundaciones para un nuevo concepto de unidad e integración continental”.
A partir de entonces, el Foro de Sao Paulo ha
celebrado regularmente encuentros en diversas ciudades de América Latina, con
la presencia de un número creciente de organizaciones afiliadas y observadoras,
no solamente de la región, sino también de Europa, Asia, África y Norteamérica.
La tónica, por lo usual, ha sido la misma: solidaridad latinoamericana,
antiimperialismo, antineoliberalismo, soberanía y apoyo a la causa cubana.
Con la llegada al poder del presidente Hugo Chávez en
Venezuela (1999), el foro empezó a adquirir relevancia y notoriedad, pues el
difunto comandante se convirtió en uno de sus mayores propulsores y
benefactores. En el caso costarricense, tal y como se ha indicado, es miembro
el FA, así como el Partido Vanguardia Popular y, ocasionalmente, el Partido
Acción Ciudadana ha participado de algunas de sus actividades.
La señora
Gabriela Rivadeneira, presidenta de la Asamblea Nacional del Ecuador y
encargada de la lectura del documento final, indicó a nombre de todos los
participantes del encuentro, que “dada la crisis del sistema capitalista, la
construcción de alternativas representa nuestra oportunidad de llevar el
discurso político de la izquierda latinoamericana y caribeña a un nuevo nivel…”.
Asimismo, la declaración condenó “los intentos, inspirados en potencias
extrarregionales, de fracturar y sabotear la integración regional, expresados
en la así llamada Alianza del Pacífico y en los esfuerzos perennes por generar
crisis y divisiones a lo interno del MERCOSUR”.
La Alianza del Pacífico, para ilustrar un poco el
tema, constituye un esfuerzo de integración económica que reúne a varios países
latinoamericanos países ribereños con el Océano Pacífico y que representan en
su conjunto el 50% del comercio de la región con el mundo y el 35% de su
Producto Interno Bruto (PIB), y a la cual Costa Rica se integrará próximamente
como miembro pleno, junto a Chile, Perú, Colombia y México. Asimismo, el
Mercado Común del Sur (MERCOSUR) es una unión aduanera integrada por Argentina,
Brasil, Paraguay, Uruguay, Venezuela y Bolivia, donde circulan libremente
bienes, servicios y factores de productos dentro del bloque, que a su vez ha
establecido una coordinación de políticas macroeconómicas y sectoriales que
implican, entre otras cosas, el establecimiento de un arancel externo común;
MERCOSUR representa más del 80% del PIB total de Suramérica.
Tal y como me lo explicó hace un par de meses la
señora Luz María de la Mora, reconocida consultora en temas de comercio
internacional y miembro del equipo mexicano que negoció en Tratado de Libre
Comercio de América del Norte en 1994: a los países latinoamericanos que han
decidido apostar por un modelo de desarrollo estrechamente vinculado a la
inserción efectiva de sus economías en el mercado mundial de bienes, servicios
y capitales, la eventual afiliación de estos a grupos como el ALBA, Petrocaribe
(y el Foro de Sao Paulo) implicaría un inevitable desmantelamiento de todo el
marco institucional que se creó para apoyar ese paradigma. Para el caso de
Costa Rica, donde hace más de treinta años se sentaron las bases para alcanzar
el desarrollo y la prosperidad con base en la globalización y la integración al
sistema multilateral de comercial, la hipotética adopción por parte de nuestros
gobernantes de los postulados que pregona el Foro de Sao Paulo sin lugar a
dudas traería consecuencias desconocidas y probablemente muy perjudiciales para
una economía como la nuestra, que cuenta con uno de los mayores índices de apertura
en el mundo. Los posibles efectos políticos y sociales los dejo para otro
artículo.
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