David Rodríguez Suárez Miembro del Instituto AMAGI |
Ha de ser una imagen muy bella, encontrarnos en una Latinoamérica
donde la libertad predomine, haya prosperidad, emprendedurismo constante y
donde se viva en sistemas con Estados notorios por su pequeño tamaño. Países
latinoamericanos donde no andemos buscando al próximo salvador izquierdista. En
fin una Latinoamérica donde vivamos en libertad.
Pero es aquí cuando nos enfrentamos a la verdadera
realidad de nuestra región; nuestra área es controlada por déspotas, políticas
de control y regulación y una pobreza artificial propia del crecimiento en el
tamaño y las funciones del Estado.
¿Pero por qué sucede esto? Asumiríamos que todo ser
humano quiere ser libre pero ya Freud nos había dicho que dado que ser libre
implica responsabilidad; muchos optan por mantener un profundo temor a la
libertad (sea a nivel consciente o inconsciente). Pero al mismo tiempo decía
Freud que ‘‘La libertad individual
no es un bien de la civilización, pues era máxima antes de toda civilización,
aunque entonces carecía de valor porque el individuo era apenas capaz de
defenderla. ’’ Incluso de esta frase podríamos aventurarnos a decir que
algo fundamental con respecto al progreso de la civilización es el hecho de
aprender a defender nuestra libertades individuales.
Así que incluso podríamos decir
que si bien es humano temerle a la libertad; decir que la libertad individual
no es natural del humano es virtualmente llamarnos incivilizados.
Por lo tanto podemos partir
de que la libertad individual es innata; sin embargo ¿cómo explicaríamos el
auge del populismo socialista actual en la región? He ahí la verdadera
pregunta. Podríamos incluso fomentar un argumento que resuena dentro de los esquemas técnicos
de lo que sería una perspectiva de psicología social con la vital adición de
una adición humanista; la falta de autoestima, de un fuerte autoconcepto, etc. Generan
una sociedad que ha sido orientada hacia seguir, lejos de liderar . Así como Freud dice que los
creyentes sustituyen las neurosis normales e individuales al tomar la neurosis
universal (la religión), podríamos argumentar que igual hacen los Estatistas;
sus preocupaciones giran en torno a que les va a dar el Estado y a que se lo
sigan proporcionando.
Indudablemente terminamos
esperando que hayan crisis existenciales; propias de la psicología
existencialista-humanista; dado que desde la óptica liberal cabe muy poca duda
de que este tipo de conflictos orienten al sujeto a que él mismo luche por su
superación personal y por una meta de vida; un significado.
Para nadie es un secreto que
nuestra región ha sufrido olas de corrupción, abuso y violencia Estatal; por lo
tanto podríamos argumentar que el latinoamericano de tal manera opta por
sobrevivir y no por vivir.
Carl Jung incluso llego a
decir que los principales problemas en la vida no se resuelven sino que
simplemente se crece más que ellos. Y es aquí donde vemos que Latinoamérica ha
terminando creyendo en el mismo populismo que llevó a la Alemania nacional
socialista hacia el abismo, a Italia hacia el fascismo, a China hacia el
comunismo de Mao Tse-Tung y a Rusia hacia el comunismo de la URSS. Hay poca
duda de que estamos viviendo en un período histórico donde la humanidad se
encuentra confundida, donde los sistemas generan sospechas enormes y donde todo
se cuestiona e incluso hasta se rechaza dependiendo de las implicaciones. Los problemas existen pero no estamos creciendo más que ellos sólo nos estamos adaptando a ellos.
Me permito hacer una
metáfora colonial con respecto a nuestra región, pareciera como que los
latinoamericanos estuviésemos buscando al monarca que nos diga cómo vivir; y le
moleste a quien le moleste; he de incluir aquí en especial a aquellos que
siguen a líderes socialistas creyendo en promesas que yo no me tomaría en serio
aún si estuviese bajo efectos de un psicotrópico.
La crisis palpable en todas
las esferas de la sociedad se encargan de debilitar nuestro sistema racional y
exige una creencia basada en fe. No sólo hemos traicionado al capitalismo al
dejar de defenderlo como una causa justa y ética; sino que nos hemos
traicionados a nosotros mismos.
Las sociedades en crisis
exigen la posibilidad de ‘tener fe’ en algo; y los populistas se asegurarán de
generar una fe de parte de estas personas hacia ellos; los liberales ocupamos
al contrario despertar una fe propia e introyectada dentro del sujeto. Victor
Frankl incluso va a hablar del sentido del sufrimiento y esto se vuelve vital
para entender nuestros varias y poco medibles ciclos psíquicos.
En fin cuando yo veo a una
nación boliviana defendiendo a la persona que ya encontró la raíz de la
homosexualidad en el pollo y ni que decir de los venezolanas y su nefasto
líder. Una Nicaragua con un gobierno que (similar al de mi país) haría menos
daño no existiendo que existiendo en su funcionamiento actual. Siento que latinoamérica tiene que dejar de culpar a las 'potencias mundiales' y empezar a verse en un espejo.
Me he de
permitir una última cita, esta de mi muy querido filósofo Friedrich Nietzsche: ‘‘Quien tiene algo por
qué vivir, es capaz de soportar cualquier cómo.’’ Lo importante de Latinoamérica no es volver a creer en la región o
en su país; sino asegurarse que su nación se ajuste a los parámetros de la
libertad individual.
Por lo tanto para entender a
nuestra región ocupamos hacernos tres preguntas rápidas: 1. ¿Dependemos del
Estado? 2. ¿Vivimos en libertad? 3. ¿El continuo incremento del Estado ha
bajado la tasa de pobreza? Aún con la explosión del petróleo en Venezuela la
situación sigue en caída. En Cuba las palizas son recurrentes por parte del
Estado. Hay muchas interrogantes que se que podrán interiorizar hacia el marco
referencial del lector. Pero me parece que esta introspección en función del
sistema y de la libertad asociada a él propiciará resultados muy favorables
dado que está ahí para incomodarnos y al incomodarnos; emprendemos.
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