Por: Diego Segura Cano
Columnista del Instituto AMAGI
La columna de este día
es mínima, pues quiero remitir al lector y lectora (de ahora en adelante voy a
usar lenguaje inclusivo a ver si me toman más en serio) a un artículo publicado
hace unos años y que me parece importantísimo para comprender los acontecimientos
sucedidos en Chile en la década de los setenta. Se llama “Cómo Allende destruyó
la democracia en Chile” de José Piñera.
Me
ha parecido importante mencionarlo puesto que alrededor de Salvador Allende, a
mi parecer, se ha erigido con el pasar de los años un aura bondadosa, un manto
sagrado, que lo ha enaltecido como un mártir que murió por su pueblo. Esto ya
sea en filas socialistas o entre quienes no saben ni quieren saber sobre el
socialismo. Incluso los ingenuos e ingenuas lectoras que felizmente devoran las
novelitas de Isabel Allende caen en la trama de ese tío que ella menciona, un
buen hombre que hizo tanto por su país, idealista, y que murió en manos de
seres ruines. Y en medio de tal tragedia encarama la muerte del Poeta, Pablo
Neruda, para darle más dramatismo al asunto. Y que no se me malentienda, para
mí es bien dramática la muerte de Neruda en esas condiciones. Pero Allende, la
sobrina, lo utiliza tanto como verdad a como artilugio.
Pero
ahí falta decir cosas. Allende no fue ese buen hombre mártir al que le siguió
Pinochet. Piñera nos recuerda que Allende fue esa persona que quebró el Estado
de Derecho chileno, que violó adrede la Constitución, que poco a poco fue
desarmando las libertades políticas y económicas, que no titubeó al encaminar a
Chile por la vía de la violencia política. Pues no olvidemos que para la
izquierda chilena en ese momento la violencia era la única vía para la
transformación de la sociedad, según lo que ellos y ellas entendían por tal
transformación (ojo, sigo con el lenguaje inclusivo).
Obvio
no justifico el papel de las Fuerzas Armadas para desplazar a Allende del
poder. De ese episodio histórico y de otros tantos nos queda la enseñanza de
que las Fuerzas Armadas nunca y de ninguna manera son capaces de restaurar la
ley y el Estado de Derecho sin poseer dentro de sí todo el potencial para caer
en la dictadura. Lo que me parece central es ir tomando perspectiva, desde
quienes creyeron en el enaltecimiento de Allende hasta quienes se afanan
leyendo Paula y La casa de los espíritus. Hay que tomar perspectiva sobre estos
asuntos.
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