Ernesto Aquino |
surcaban el espacio, perseguidas
por una vieja sombra.
Una volaba, esclava de su raza:
¡Paloma Blanca!;
la otra, volaba libre en su cadena:
¡Paloma Negra!
Y las dos, soberanas de sus alas
y prisioneras de la misma pena,
iban llorando sobre la esperanza
con la misma vergüenza.
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