Ernesto Aquino |
imitando la vida
antes de la manzana,
en un mundo equilibrado y sin color.
Éramos ignorantes
repartiéndole dioses a las piedras;
compartiendo el sudor,
los pasatiempos,
la solidaridad y la cosecha.
Y nos cristianizaron
en ausencia de Dios:
En nombre de la Espada,
del Cepo y de la Hoguera.
Es cierto que sufrimos
asimilados en una nueva raza;
pero aún bajo el poder enfurecido
de inquisidores y soldados,
y a pesar de los horrores del castigo,
¡Siempre fuimos Hermanos!
Ahora somos una tribu
de lo mismo;
pero sólo compartimos
las angustias,
el miedo, la zozobra y el silencio,
con el temor de ser excomulgados
en nombre de la cárcel,
la muerte y el destierro:
La única diferencia,
es que ahora el enemigo
ya no es el extranjero.
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