EDITORIAL
“El anticapitalismo vive de ordeñar la vaca capitalista.” Ludwig von Mises
La reunión anual en Davos del Foro Económico Mundial fue noticia en la prensa nacional cuando los ejecutivos de diversas empresas aseguraron que el capitalismo “amplió la brecha social”, pero que “es mejor que cualquier otro sistema”. El Instituto AMAGI concuerda con ambas apreciaciones, pero discrepa con la connotación negativa que se la ha dado a las mencionadas.
Puede ser que los críticos del capitalismo tengan buenas intenciones y en ningún momento es posible aseverar que es un sistema perfecto; sin embargo, antes de hablar es bueno revisar la evidencia histórica, esta puede ser reveladora. Cuando se habla de desigualdad social generalmente se hace desde una perspectiva que supone que el mundo tiene un número determinado de riqueza, por tanto cualquier intercambio es un juego de suma cero. Bajo este modelo una persona sólo se puede hacer rica a expensas de otra. Esto no es cierto.
Veámoslo de esta forma, en la Edad de Piedra la población del mundo era mucho menor a la actual y todos eran relativamente iguales, pero eso no significó que dejaran de ser pobres. La mayoría de las personas consideraría altamente paupérrimas las condiciones en que vivían dichos pobladores y no cambiaran su situación actual por eso. Sin mayores transformaciones, así continuó el mundo por miles de años. No obstante, más o menos en el siglo XVIII, la humanidad dio un paso sorprendente, dejó atrás el control de monarcas despóticos y de clérigos moralistas para avanzar hacia una sociedad de comercio, el nacimiento del capitalismo moderno.
Para algunos académicos trasnochados esto significó el inicio de “la explotación del hombre por el hombre”. ¿Por qué? Según ellos porque, erróneamente, los ricos se hacían ricos a expensa de los pobres. Aun así, la evidencia parece demostrar todo lo contrario. Es cierto que la Revolución Industrial no fue la época más gloriosa de la Tierra, las condiciones de trabajo eran malas, pero lo que no se comenta a menudo en los libros de texto, es que antes eran mucho peores. Caso contrario las personas no hubiesen dejado los campos para trabajar en las fábricas. Lo que sucedió entonces es que por primera vez en un largo tiempo, el mundo comenzó a crear riqueza.
Así es, la riqueza se crea (o se destruye), no existe una cantidad determinada de ella. El dinero tampoco equivale a riqueza, es un simple medio para intercambiar universalmente bienes y servicios sin tener que recurrir al trueque. No es una novedad para los economistas, que el comercio y el afán de lucro han permitido innovar, mejorando nuestro nivel de vida a estándares que nuestros antepasados ni siquiera habrán soñado.
Es tan subestimado el proceso de creación de riqueza que vemos como se lanzan manifestaciones alrededor del mundo en contra de las maquiladoras en países como Vietnam. “¡Salarios injustos! ¡Empresas explotadoras! ¡Trabajo indigno!”, consignas repetidas hasta el cansancio por nuestros amigos de la izquierda. Y claro, ¿si nosotros estamos leyendo este Editorial en Internet?, ¿por qué un vietnamita debe estar fabricando ropa? La única razón por la que muchos no tenemos que estar en esas condiciones, es porque ya alguien lo hizo por nosotros. Nuestros padres y abuelos tuvieron estándares de vida mucho más bajos, pero el trabajo y la riqueza que ayudaron a crear hoy nos tiene mejor. Hasta economistas progresistas como Paul Krugman concuerdan con esta idea.
¿Ha fallado el capitalismo? Para nada. Los datos no mienten, hoy en día la esperanza de vida es más alta que nunca, podemos disponer de bienes y servicios nunca antes imaginados, las condiciones laborales han mejorado notablemente, y vivimos en condiciones políticas estables en comparación con lo que sucedía anteriormente.
Eso no significa que no queda nada por hacer. Más que avergonzarse de que el capitalismo ha creado desigualdad, en Davos deberían apreciarlo, eso significa que de ser igualmente pobres, gran cantidad de personas alrededor del mundo han mejorado su situación. ¿Y quiénes son los que todavía no han logrado surgir? Curiosamente los que se han visto menos expuestos al capitalismo, los que no pueden comerciar en los mercados porque no gozan de propiedad privada sobre sus bienes; a los que el Estado les ha impuesto enormes barreras para trabajar, les confisca su riqueza o los somete a la dependencia absoluta del asistencialismo.
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