11 de enero de 2012

La primera estocada

Por: Diego Segura Cano
Columnista del Instituto AMAGI


Inicio esta semana la columna “Estocada” como parte de mi labor dentro del Instituto AMAGI. Aunque en un principio alisté la columna primera, tomando una idea vaga y convirtiéndola en un argumento más o menos breve, legible, inteligente y bien hilvanado, desistí de que inaugurara la columna. Me ha parecido más adecuado ofrecer en primera instancia una explicación del origen de esta columna, de su nombre y de cómo espero se vaya desarrollando con el pasar del tiempo. En pocas palabras, proyectar una posible guía de lo que será su devenir.

El origen de esta columna se encuentra en la certeza muy personal que poseo, desde hace ya varios años, de que la palabra escrita constituye una de las mayores armas de crítica y construcción que se han inventado en la historia de la humanidad. Es a partir de la palabra que construimos nuestra humanidad, nuestro entendimiento mutuo. Con la palabra damos vida a nuestras ideas y poco a poco, en un proceso de ensayo y error y de constante revisión, vamos afinando nuestro pensamiento para que cada día sea más coherente, mejor argumentado, más sólido. Tengo la certeza de que una persona que no incluya dentro de sus ejercicios cotidianos la escritura de sus ideas y pensamientos se le ha de presentar un camino sumamente empedrado hacia la coherencia intelectual. La escritura y la lectura se encuentran así dentro de nuestras mayores posibilidades de crecimiento intelectual y personal. Estas pequeñas certezas constituyen el origen de la presente columna; el deseo de expresar algunos cuantos pensamientos semanalmente sobre lo que considero son avances o retrocesos de la libertad humana en el mundo que nos ha tocado vivir.

El nombre de la columna se me ha ocurrido fácilmente. Intelectual y políticamente creo que no se ha de ser condescendiente con planteamientos cuyo único afán es coartar nuestra libertad y existencia. Ser condescendiente constituye aceptar a partir de nuestro silencio aquellas actitudes, políticas y hechos que difuminan y solidifican tendencias autoritarias. Es normal escuchar en el habla común la expresión “dar la última estocada”. Tal última estocada se utiliza en situaciones en donde se considera que el contendiente ya no posee argumento, que sus acciones ya no poseen asidero alguno. La estocada en sí misma deviene del uso de estoques. Han existido distintos estoques a lo largo del tiempo, pero se les puede aglutinar bajo una característica definitoria: son armas que poseen una punta pequeña, afilada y larga, con el objetivo de poder penetrar a partir de un golpe frontal una cota de mallas. El estoque a partir de su afilada punta tenía la capacidad de atravesar fácilmente la cota en sus intersticios y así infligir una herida considerable. De una u otra manera espero que “Estocada” sea eso, un adentramiento en los intersticios de nuestra existencia en donde sea subyugada la libertad inherente a todo ser humano.

Consideré que lo mejor para una columna escrita por un liberal era que no poseyera tema fijo, dejando en toda libertad al aquí firmante de abordar todos los temas que desee. Sin duda, conforme se vayan aglutinando las estocadas será fácil detectar y discernir aquellos temas que me apasionan y quitan mi tiempo de aquellos que inevitablemente voy tratando marginalmente. Espero hayan otros que lleguen a tocar esos temas que no entran dentro de mis reflexiones, que no por ello son menos importantes.

Esta, así, es la primera estocada. Dudo que algún día llegue a declarar que he dado “la última estocada” a algo o alguien, pero tal situación no me desanima, más bien me alienta.

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