Veritas: ¿Apertura en telecomunicaciones?

EDITORIAL

“El problema con la regulación gubernamental del mercado es que prohíbe actos capitalistas entre adultos consintientes.” Robert Nozick

Uno de los aspectos más polémicos del Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos (CAFTA-DR) fue que este forzaba la apertura del monopolio de las telecomunicaciones que gestionaba el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE). Era claro que ese tratado se estaba introduciendo en un terreno difícil, ya que instituciones como el ICE siguen siendo valoradas muy positivamente por los costarricenses y abrir el monopolio significaba, entre otras cosas, que el modelo paternalista de Estado estaba llegando a su fin.

De todas maneras CAFTA-DR entró en vigencia y con él las leyes de implementación, entre las cuales figuraba la “Ley General de Telecomunicaciones”, que creaba la Superintendencia de Telecomunicaciones (SUTEL). Sin perder tiempo, la SUTEL se dedicó a imponer restricciones a la entrada de operadores al mercado –en principio vendrían cuatro y terminaron dos–, regular los precios y hasta decidir la clase de servicios que se ofrecerían. En estas circunstancias la competencia se limita a quien pueda ofrecer el comercial de televisión más entretenido.

En algún momento, alguien comentó que mientras él era empresario ganadero, las autoridades venían a imponerle las condiciones de a quién le tiene que vender, a qué precio y cuánta cantidad; ya estaba en el Camino de Servidumbre. Por desgracia (y quizá, para alegría de los estatistas) los viejos días están regresando. Así es la planificación y el control económico están de vuelta (si es que se fueron), sólo que ya no se concentran principalmente en el sector agrícola, sino en los servicios. Lo más triste es que estas medidas se toman bajo la bandera de la “apertura”, la “competencia” y el “libre mercado”, confundiendo a las personas sobre el significado auténtico de estos términos.

Como bien expresó Hayek: “Nuestra libertad de elección en una sociedad en régimen de competencia, se funda en que, si una persona rehúsa la satisfacción de nuestros deseos, podemos volvernos a otra. Pero si nos enfrentamos con un monopolista, estamos a merced suya. Y una autoridad que dirigiese todo el sistema económico sería el más poderoso monopolista concebible.” (Hayek, Friedrich A., Camino de Servidumbre, 1. ed. – San José, Asociación Libro Libre, 1989).

Esa libertad nos está siendo robada a los consumidores por aquellos que consideran que pueden manejar nuestras vidas mejor que nosotros. El monopolio en las telecomunicaciones no se ha roto, sólo se invitó a nuevos personajes a participar del botín. No pueden entrar más empresas al mercado, a menos que SUTEL así lo apruebe (difícilmente). Si un grupo de empresarios nacionales desean constituir una nueva compañía privada para competir en el sector, les será prácticamente imposible. En otras palabras, la concentración de poder económico al que se refería Hayek está tan presente como siempre.


Quienes deciden estas políticas se escudan en decir que las regulaciones son necesarias porque de lo contrario se abusaría del cliente. Eso es falso. De no haber sido por la desregulación de las aerolíneas en Estados Unidos, muchos nunca hubiesen podido volar por medio de las nuevas opciones de bajo costo que aparecieron. Si Ludwig Erhard no hubiera removido los controles de precios sobre la economía alemana, ese país no hubiese salido de la crisis. Si en Guatemala no hubieran adoptado las medidas más liberales de América Latina en materia de telecomunicaciones, personas comunes jamás hubiesen logrado conseguir un teléfono.

Han circulado una serie de mensajes por el país, sobre los precios que cobran los operadores en otros países y las alzas en las tarifas que se proyectan para Costa Rica, basados, claro, en las regulaciones de la SUTEL. En las condiciones actuales, todo es posible. Sin embargo, difundir que el escenario se debe a la apertura, es mala intención o desconocimiento de la teoría económica.