4 de septiembre de 2011

Café y Libertad: Una alternativa al financiamiento de los bomberos



EDITORIAL
Los ingleses dijeron que el Estado deje hacer, deje pasar, y resulta que con el carácter ingles les fue muy bien. Que el Estado no haga escuelas, que el Estado no haga universidades, que el Estado no haga los caminos, porque ya nos encargaremos los ciudadanos de hacerlos. Y en Inglaterra realmente los hicieron”.1

La anterior es una cita de Constantino Láscaris tomada de una conferencia que ofreció en su momento acerca de la libertad. Para algunos puede sonar idealista, siendo así el Profesor Láscaris se sentiría muy complacido, para él, el liberalismo era felizmente idealista. Eso representa una gran diferencia de lo que sucede hoy en día, ya que para algunos en la academia, resulta ser que discutir soluciones ideales no es válido.
Sin embargo, nosotros en AMAGI sí tenemos un gran respeto por los ideales. De hecho una sociedad que no se sustente en ideales, no tiene sentido alguno. Dejando un poco de lado la filosofía, es prudente entrar en materia de lo que nos ocupa en este Editorial.
La Asamblea Legislativa aprobó sin ningún prejuicio al respecto, y con solo un diputado como salvedad, un nuevo impuesto a la factura de la electricidad para financiar a los bomberos. AMAGI no niega la importancia de los servicios que puede prestar esta institución. No obstante, si hay un sinsabor acerca del medio para financiarlos.
Es importante aclarar que con la apertura del mercado de seguros, se incluía el cobro de un canon a las aseguradoras que financiaba las operaciones de los bomberos. La inclusión de dicha recaudación se hizo en razón de que anteriormente era el Instituto Nacional de Seguros (en condición de monopolio) quien se encargaba de otorgar los fondos. El problema se ha concentrado no en que estas empresas no estén aportando el monto que recaía sobre ellas, sino que según los propios bomberos, la cantidad es insuficiente.2
Para apagar este incendio, los diputados promovieron un proyecto de ley que grava la factura eléctrica de una familia promedio con 250 colones mensuales. Hay quienes esta suma les puede sonar insignificante, pero a familias realmente necesitadas les afecta muy duramente. Negar el hecho anterior, como al parecer pretender hacer algunos legisladores, es un acto muy irresponsable.
La propuesta del Instituto AMAGI es muy sencilla y consistente con lo que plateaba al principio el Profesor Constantino Láscaris. Manténgase el mismo proyecto de ley con un cambio, hágase voluntario el pago de esa contribución. De esa forma, cuando le toque a usted el cobro de su factura, le van a preguntar si desea colaborar con los bomberos y aportar el monto correspondiente. Usted va a tener derecho a negarse, aunque es muy probable que la mayoría de los costarricenses estimen que esa institución sí cumple una función válida y no tendrán ningún reparo en contribuir.
Referencias
1. Láscaris, Constantino (1976). Palabras. San José, Costa Rica: Editorial Costa Rica.

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