10 de julio de 2011

Café y Libertad: Tiempo de cambios radicales en el Seguro Social

EDITORIAL

Como es prácticamente de conocimiento general, en esta semana diversos medios de comunicación revelaron datos que de ser ciertos, significarían un colapso financiero en la Caja Costarricense del Seguro Social (CCSS). Las autoridades de dicha institución no dudaron en comunicar inmediatamente que había que elevar las cuotas obrero-patronales –que técnicamente sería lo mismo que aumentar impuestos, con sus negativos efectos en la economía–. Si creíamos que los problemas que el gobierno causaba (no solo por ser la CCSS una institución pública, pero también porque el Estado le debe cerca de 400,000 millones de colones), que triste es ver las soluciones.

No obstante, no vale la pena profundizar más en achacarles las culpas a algunos políticos por sus pésimas actuaciones financieras. Lo que es importante es aprovechar este momento para plantear soluciones que sacudan las estructuras de la creación propia del Seguro Social. Si bien el tema del régimen de pensiones es importante y debe ser revisado, este editorial propone algunas alternativas a mejorar únicamente el sistema de salud.

Lo primero que cabe mencionar, como lo hemos mencionado en otras ocasiones en AMAGI, es que el famoso sistema “solidario” no es “solidario”, porque solidaridad implica un acto voluntario y no la coerción del Estado, pero además porque en nuestra institución no consideramos que sea “solidario” que los más necesitados se levanten a hacer fila a las cuatro de la mañana para conseguir una cita o que los hagan esperar seis meses para recibir una operación.

La reforma más rápida que se puede plantear es revisar las plazas y el personal necesario, despidiendo al que no sea necesario, ya que ahí se destina cerca del 70% del presupuesto. Una vez solucionado el problema del déficit inmediato, la CCSS debe evitar que sus asegurados sigan sufriendo las penas, para lo cual se puede establecer un periodo límite en donde una vez que los asegurados superen un cierto tiempo sin ser atendidos, se les dé un vale para ir a recibir un servicio privado.

Eventualmente el sistema puede evolucionar en convertir a la famosa “Caja” en precisamente, una caja. La única función de esta institución sería recoger las cuotas y luego la CCSS entrega una cantidad en forma de voucher para que cada quien elija su propio seguro. El Estado puede seguir administrando hospitales, clínicas y seguros, pero no puede obligar a nadie a utilizar sus servicios. Otra posible reforma sería similar a la anterior, pero en este caso el Estado se permite operar los seguros y servicios de salud de temas más complejos, como casos de cáncer y accidentes graves.

Cualquiera de esas opciones, si bien conservan la institución, le hacen una remodelación para que los ciudadanos puedan gozar de más beneficios sobre el dinero que están forzados a pagar de todos modos. También cabe mencionar que estas propuestas han sido aplicadas exitosamente en muchos lugares del mundo como Chile y Suecia.

En AMAGI continuamos dando por la libertad y los intereses del individuo (en este caso el asegurado), no los intereses de los ingenieros sociales que se imaginan un país lleno de instituciones contradictorias, ni tampoco de los políticos de turno o sus allegados.

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