29 de mayo de 2011

Café y Libertad: El gobierno crea un nuevo monopolio

EDITORIAL

¡Sorpresa, sorpresa! La Comisión Legislativa Plena Segunda aprobó finalmente la ley que “regula” el transporte privado de personas, mejor conocido para todos nosotros como porteo (mal llamado taxi “pirata”, por lo menos hasta el miércoles). Por su puesto que este proyecto no regula nada y en palabras de la misma viceministra del MOPT, lo deroga.

 Así que nos quedamos sin la posibilidad de contratar un servicio voluntario para viajar del punto A al punto B. Nuestro gran amigo, el gobierno, en su afán de buscar nuestra “protección”, mejor dicho, en su afán de complicarnos la vida a todos ahora está metido por completo en algo tan básico como que un individuo accede a viajar en el carro particular de otro a cambio de una suma de dinero. ¿Dónde está la víctima para que esto sea una ley? ¿Qué tiene de malo todo esto?

De manera lamentable, los políticos de siempre cumplieron con su labor de hacerles favores a sus clientes políticos, en este caso los taxistas y formaron un nuevo monopolio. Un monopolio donde hay un número limitado de permisos, donde se elimina la libertad de trabajar de muchas personas honestas, donde usted está forzado a pagar un precio más caro o a utilizar un servicio que quizá no le guste. En fin, un monopolio que tiene los mismos defectos de todos los monopolios.

Lo curioso es que muchos ven los monopolios como algo inminente del libre mercado, cuando prácticamente todos han sido formados por fuerza, por el gobierno. Nadie puede ser monopolista en un libre mercado, a menos que pueda satisfacer por completo a  todos los demandantes, algo humanamente imposible. Y vemos como lo poco que quedaba de libre en el mercado de transportes fue destruido desde sus bases, celebrando con un aplauso y felicitaciones por el “dura faena” entre ellos mismos por aprobar esta reforma. ¡Faena la que realizan los porteadores! ¡Faena la que tendrán que realizar para buscar una nueva ocupación!

En esto se ha puesto a trabajar el MOPT. En quitarle la posibilidad de trabajo honesto a muchas personas. En quitarle la libre elección a los clientes. En crear un nuevo y vil monopolio. Cualquiera hubiera jurado que la función de esa institución estaba encaminada en mejorar la infraestructura, por lo que vemos todos los días, vemos que no.

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